Zaragoza Activa estrenará este mes de mayo un nuevo espacio colaborativo de innovación social, que fusiona laboratorios tecnológicos y talleres manuales y conectará la comunidad de emprendedores de la antigua Azucarera del Rabal con los vecinos del barrio. La Remolacha HackLab es el nombre de este proyecto, que será presentado en sociedad este viernes 21 de abril junto a la variada programación de actividades que albergará desde principios de mayo.
La Remolacha HackLab consta de una zona de talleres de 120 m2 con cuatro estaciones de trabajo, divididas en dos áreas: Huerta-Artesanía y Maker-Robótica. Con esta fusión se busca una alianza entre lo digital y lo analógico, que posibilite una transición más accesible entre ambos mundos. Una iniciativa ideal para jóvenes que quieren dar sus primeros pasos con la electrónica o un huerto casero, o introducirse en el mundo maker (impresoras 3D, cortadora láser…), de la programación o la robótica. Es también un espacio ciudadano donde tendrán cabida actividades para adultos e incluso para los más mayores; o ciclos dirigidos a personas expertas y profesionales.
El primer «logotipo vivo’ del mundo
Antes de arrancar su programación, La Remolacha HackLab ha lanzado su ‘Proyecto Cero’: una identidad gráfica pionera que ya se puede considerar el primer ‘logotipo vivo’ del mundo. Un equipo pluridisciplinar ha hecho realidad este proyecto que convierte a una remolacha de verdad, plantada en este Laboratorio Hacker, en un logotipo mutante y monitorizado en tiempo real. El tamaño, temperatura y humedad de la planta se miden digitalmente, de tal forma que el usuario puede interactuar con ella -regándola, dándole luz o incluso poniéndole música- y la acción tiene un efecto inmediato en la forma, el tamaño y el color del logotipo. Entran así en juego los principales ejes de este HackLab: huerta, robótica, artesanía y fabricación.
El proyecto combina de este modo la ciencia ciudadana, cuidados colaborativos, tecnologías del Internet de las Cosas y diseño gráfico líquido. Un tándem que permite comprobar cómo las acciones retroalimentan el sistema: lo que pasa en la realidad física afecta a lo digital. Esto convierte al logotipo de La Remolacha no solo en una marca representativa, sino en un indicador para conocer si se hacen bien las cosas: si la remolacha vive y crece en el buen camino, lo que depende de toda la comunidad. El proyecto sigue las últimas tendencias sobre identidades gráficas dinámicas, basadas en datos variables, que confieren una dimensión infinita al logotipo.
Con esta carta de presentación abre sus puertas La Remolacha HackLab, que mañana viernes dará a conocer su programación para los próximos meses, repleta de actividades para todos los públicos.
Más información del proyecto en el BlogZAC.