Transiciones ecológicas y desarrollo local

Franco Llobera Serra
Consultor especialista en innovación de políticas públicas de desarrollo local y empleo, desarrollo rural y sistemas agroalimentarios

18.1. Metamorfosis local sostenible

Con los recursos financieros muy mermados, con las instituciones públicas en plena crisis, la demanda privada estancada y en muchos hogares decreciente (por decisión o por necesidad), y con agravados problemas de deterioro ambiental y cambio climático, está surgiendo a lo largo de la última década una bulliciosa y pujante generación de nuevas metodologías de eco-desarrollo, claramente diferentes a las de la generación de los años 1990-2000. Todos estos enfoques emergentes comparten con creatividad el objetivo de optimizar las tres dimensiones clásicas del desarrollo sostenible: social, ecológica y económica, y lo hacen de un modo más intensivo en capital social y menos en capital financiero e institucional, con sorprendente eficiencia y economía tecnológica, y con sorprendentes mejoras si aplicáramos indicadores de huella ecológica y de carbono.

Vivimos un tiempo de gran tensión social y psicológica, de insatisfacción personal y de movilización social, de incertidumbres internas y externas, pues todas las estrategias que como individuos y como sociedad habíamos desplegado se muestran inseguras u obsoletas. El mundo se manifiesta con una creciente complejidad y nos sitúa en una doble tesitura: o la descomposición y el caos social, ambiental y económico, o la irrenunciable necesidad y responsabilidad de una profunda metamorfosis, hacia comunidades locales más democráticas, con mayores soberanías alimentaria, energética y tecnológica y, en general, más armónica, humana y sostenible.

Todo esto ocurre al tiempo que los tradicionales actores y líderes del desarrollo local y del diálogo público-privado de la sostenibilidad ven mermada su capacidad de maniobra, al sufrir los municipios la erosión de sus competencias, liderazgo y su otrora potencial presupuestario, mientras la mayoría de las pequeñas empresas ven reducirse los márgenes de maniobra por el creciente precio de la energía y la contención o contracción de la demanda. Por otro lado, el desarrollo sostenible está dejando de ser un discurso predominantemente ambientalista para ser más urgentemente “social” (equidad y riesgo de exclusión) y “económico” (viabilidad económica de pequeñas iniciativas de autoempleo). Se multiplica así la complejidad del objetivo inaugurándose una metamorfosis sistémica, en parte caótica, o más propiamente “caordica”1: caos y creatividad buscando nuevas formas de orden, en una fase de transición que busca nuevas formas de Estado.

El concepto y los compromisos de la sostenibilidad han sido cooptados por las grandes empresas y se emplean en los discursos oficiales aunque se siguen haciendo casi las mismas cosas de siempre. Desde el punto de vista del desarrollo local el trabajo de las Agencias de Desarrollo o el impulso de las Agendas 21 Locales han sido ampliamente superados por la gravedad de la crisis y el recorte de presupuestos. Hoy el desarrollo local sostenible es apenas un término para referirse a una primera generación que aportó algunas enseñanzas y cumplió un determinado papel, pero que se encuentra ya básicamente agotado. Es el momento de identificar y analizar nuevos métodos y energías de cambio, y de confiar más en el capital social que en el capital financiero, y de reactivar el desarrollo local como relocalización económica. ¿Qué papel pueden jugar las instituciones locales para sumarse al hecho de este “caos creativo”? ¿Deben quedar los Ayuntamientos y Administraciones Locales al margen de esta ebullición social? ¿Deben esperar a que les pasen por encima? ¿Deben tenderse enlaces hacia estas vanguardias, abriéndose al diálogo y encuentro con los profundos cambios socioculturales que ellas simbolizan?

Lo cierto es que en vista de la complejidad de la situación, los conceptos y métodos convencionales de desarrollo local y desarrollo sostenible resultan ineficientes e incluso retóricos, en ausencia de recursos públicos para sostenerlos. Están surgiendo iniciativas que no dependen de presupuestos públicos y que constituyen faros de esperanza, que están avanzando a la misma velocidad a la que se descompone todo lo viejo. Se trata de modelos que se ensayan como sustitutos y que ofrecen un amplio elenco de renovadas metodologías de desarrollo comunitario.

El enfoque de la sostenibilidad económica, ecológica y social pasa por una significativa relocalización de las actividades económicas, al tiempo que los objetivos de la sostenibilidad se reformulan bajo conceptos nuevos como son los de soberanía energética, soberanía alimentaria, soberanía tecnológica y soberanía nacional; o los mismos apelativos al sustantivo de “transición”. Desde el punto de vista de la sostenibilidad estos procesos de innovación social, relocalización económica y activación de los mercados locales suponen una importante reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los modelos de producción y distribución convencionales. Por ejemplo, una lechuga comprada en un supermercado supone entre 1 y 1,5 kg eqCO2 por kilogramo de producto, mientras que una lechuga ecológica certificada solo supone 0,3 kg eqCO22. De este modo, las lechugas producidas y consumidas con venta directa en entornos locales reducirían sensiblemente las emisiones de CO2, e incluso serían fijadoras netas de carbono a través de la remoción de materia orgánica en el suelo. La eficiencia de compartir transporte, vivienda y otros equipos, el ideal de soberanía renovable en lo energético, o el horizonte de soberanía alimentaria y alimentos de la producción “kilómetro cero”, sitúan a estos movimientos en la vanguardia de la sostenibilidad. En materia de sostenibilidad la “relocalización” de la actividad económica permite: (i) reducir las diferencias sociales; (ii) hacer más viables y menos dependientes del capital financiero las iniciativas económicas; (iii) reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; y (iv) optimizar la eficiencia energética.

18.2. Dispersión metodológica y revolución social

Aunque es grande la cantidad de prácticas y métodos en torno al objetivo del desarrollo sostenible (biomimesis, la economía circular “de la cuna a la cuna”, factor 4 (el doble de resultados con la mitad de recursos), ecología industrial, economía azul (diseño regenerativo, permacultura)3, me centraré en los aspectos de innovación social relacionados con el desarrollo local, esto es, los métodos que movilizan y aglutinan grupos humanos y organizaciones desplegando nuevos conocimientos y competencias.

Frente al repliegue de lo “municipal” hemos visto florecer en los últimos años un elenco de movimientos sociales con metodologías de desarrollo comunitario, y otros movimientos semejantes desde el pequeño empresariado. Se trata de personas favorables al decrecimiento económico, partidarios del bien común, cooperativistas integrales, emprendedores desplegando “puerta a puerta” su marketing de productos, permacultores comunitarios, consumidores agrupados, entre otros muchos, son sólo algunos de los movimientos que ya tienen un notable arraigo en Catalunya y son parte de la realidad social del país. Se trata de una explosión de creatividad que está diversificando las vanguardias sociales desde una base más social que burocrática, más pro-comunitaria que institucional.

El impacto del trabajo de las Agencias de Desarrollo Local o de los Grupos de Desarrollo Rural se está viendo superado por esta actividad, creatividad y capacidad de los nuevos movimientos sociales, que, sin financiación pública, están dinamizando los procesos y modelos de desarrollo. Los tiempos marcan ritmos y necesidades diferentes, y parece que la sociedad civil ha despertado de su letargo cívico. Desde un punto de vista crítico se puede considerar que estas nuevas modalidades fraccionan y dividen, adoleciendo de integración territorial y de cierto carácter endogámico. Estos movimientos tienden a conformarse en torno a determinados liderazgos o fidelidades ideológicas que quedan por encima del compromiso local o del enfoque territorial y, con frecuencia, dificultan y tensan la convivencia, inyectando mayores elementos de incertidumbre a los ya existentes en el difícil panorama político y económico actual. Uno de los objetivos de este artículo es, pues, tratar de identificar y exponer los distintos modelos de aplicación de estos movimientos de innovación socio-ambiental, a fin de facilitar su conocimiento y la posible aproximación a los mismos desde el movimiento municipal.

18.3. Algunos aspectos para la caracterización de los principales movimientos de innovación socioambiental en Catalunya

La amplitud de modelos que se está desplegando en estos movimientos socio-ambientales precisa una cierta taxonomía o caracterización. Difieren notablemente en sus fuentes teóricas o ideológicas, de un modo tan amplio que sería largo y complejo establecer los antecedentes de cada uno de ellos. Como antecedentes no claramente causales de estos movimientos podemos considerar el anarquismo y la economía ecológica, aunque guardan igualmente relación con los movimientos de emancipación4 de las décadas pasadas en América Latina5.

Como he señalado, es grande el número y tipología de las innovaciones y combinaciones de este nuevo “eco-desarrollo” con una clara dimensión económica y social. No obstante, si atendemos al liderazgo de dichos movimientos podemos distinguir dos grandes grupos: de un lado, los de iniciativa social, y de otro, los de iniciativa empresarial. Entre las iniciativas de carácter social distinguimos, a su vez, las que incorporan un componente de convivencia o “comunitarismo denso”, de aquellas otras que podríamos denominar de “comunitarismo ligero”, que no implican compartir espacios de vivienda y que pueden tener un impacto mayor sobre los procesos de desarrollo local. De modo tentativo ofrecemos en el siguiente cuadro un resumen que trata de identificar algunos de los movimientos más dinámicos, considerando especialmente aquellos que incluyen un componente de emprendimiento económico.

INICIATIVAS SOCIALES
con “comunitarismo denso” o convivencia

(Comparten los ámbitos de vivienda, trabajo y emprendimiento económico)

Los dos tipos de iniciativas sociales tienden al uso de Monedas Sociales o Monedas Complementarias en su proceso de desarrollo comunitario.

http://barcelonaentransicio.wordpress.com/D

Dentro de este movimiento destaca la iniciativa de Vilanova i la Geltrú, donde se ha creado una moneda social “turuta” como herramienta clave para dinamizar los procesos de transición. http://turutes.blogspot.com.es/

INICIATIVAS EMPRESARIALES.
(A) Movimientos fundamentados en Monedas Complementarias

INICIATIVAS EMPRESARIALES
(B) Movimientos no fundamentados en monedas complementarias

A continuación se reseñan algunas de las características que comparten estos movimientos socio-ambientales:

El trabajo de estos grupos suele superar el ámbito académico o la sectorialización de las Concejalías al uso, lo que genera dificultades de interlocución, ya que no se refieren a competencias de una sola concejalía, sino al conjunto de la entidad municipal. De este modo, adelantan lo que, sin duda, será el modo en que deban organizarse en el futuro inmediato las competencias municipales, desde una visión integral y no parcial, como ha venido siendo la norma, incluso en la mayoría del tejido asociativo (asociaciones culturales, empresariales, agricultores, ambientalistas, etc.).

Llama la atención que entre las iniciativas sociales y las empresariales no hay demasiadas relaciones, y que cada una de ellas, con sus perfiles de identidad definidos, procuran expandirse de un modo gremial, que recuerda mucho los procesos de expansión artesanal en la Europa del siglo XVIII. Atendiendo al número de usuarios o participantes, estas iniciativas son aún de dimensión moderada, no pasan de mil inscritos (físicos o jurídicos), salvo la notable excepción de la red de cooperativas catalanas. Se trata, pues, de experiencias en fase despegue, muy recientes, iniciadas la mayoría de ellas después de los años 2003-2008.

También es de destacar que todas estas tipologías y movimientos tienden a usar monedas sociales y/o complementarias, por lo que esta herramienta se identifica como un método de amplio consenso y común a la mayoría de estos movimientos culturales de eco-desarrollo. Este tipo de mecanismos de intercambio tiene la ventaja de ayudar claramente a la relocalización de actividades económicas y a dar mejores oportunidades de salida a productos y servicios locales, en general con una menor huella ecológica y de carbono. Es una manera de potenciar la artesanía y el comercio local, de relocalizar la economía y reducir el impacto ambiental, por lo que estas monedas se están convirtiendo en una herramienta de desarrollo sostenible que es preciso analizar y tener en consideración.

Igualmente, estos nuevos movimientos aportan creatividad social o comunitaria en procesos de desarrollo local (impulso muy efectivo a la producción y emprendimientos locales), y eficiencia ecológica (notable reducción de la huella de carbono y ecológica). La sinergia entre las eficiencias social y ecológica confirma el interés en analizar y buscar mecanismos de proximidad y convergencia desde las políticas de desarrollo local. Estos movimientos eco-culturales ayudan a identificar nuevas tendencias y dimensiones de innovación en materia de desarrollo local. Una de las características de esta reorganización es precisamente la creatividad social, y el efecto demostración que estos movimientos están desplegando tanto en Catalunya como a nivel estatal e internacional.

Es interesante constatar también que estos nuevos movimientos, en rápido crecimiento, difieren de los niveles convencionales de organización, ya se trate de la familia, empresa, trabajo, asociaciones, organizaciones, parroquias, partidos políticos, sindicatos o municipios. Asimismo, frente a las estructuras sociales convencionales (asociaciones vecinales, culturales, empresariales, cooperativas, etc., se muestran como una novedad ascendente con nuevas estrategias de organización y acción económica, política y social. Tal vez por esta novedad, por la profundidad de la convicción y compromiso, y las adhesiones que reciben, muchos de estos movimientos sociales (en menor medida los empresariales) chocan con las clases medias y con las instituciones. Podríamos hablar de una discontinuidad, de una pátina que separa a una mayoría significativa, más pasiva o con comportamientos más convencionales, de estos grupos que, de acuerdo con el filósofo de la Historia Arnold Toynbee, podríamos considerar como un “proletariado interno”, al tiempo que son una “minoría creativa”. A diferencia de otras épocas en que el proletariado no se consideraba creativo, y la minoría creativa no era parte del proletariado, la novedad es que estos movimientos aparecen bajo la forma de un “proletariado creativo”.

Una de las cuestiones prácticas que se pueden plantear es el papel de estos movimientos sociales en los procesos de desarrollo local y de gestión municipal. Nos atrevemos a considerar tres posibles tipos de respuestas, a modo de opinión: (i) deben tener una presencia y tratamiento acorde a la representatividad política que sus propuestas tengan a través de las elecciones locales; (ii) deben tener un tratamiento conforme a su papel como sociedad civil, con los mismos foros o mecanismos de interlocución que el resto de organizaciones con semejante respaldo social y representatividad; y (iii) deben tener un tratamiento especial conforme a su capacidad creativa y de organización de redes amplias y nuevas formas más eco-eficientes de organización económica y social.

18.4. Monedas complementarias: la principal herramienta de una nueva ecología social

El desarrollo territorial debe explorar líneas de acción más allá de sus convencionales campos y modelos de referencia, con frecuencia demasiado vinculados a la existencia de recursos públicos para su mantenimiento, lo que les hace ser frágiles y especialmente pasivos en momentos de crisis económica e institucional. Uno de los elementos fundamentales que emplean estos movimientos de innovación socio-ambiental para la dinamización económica local son las “Comunidades de Intercambio” o Monedas Locales (monedas complementarias en sentido amplio), que se pueden dividir en monedas sociales y monedas complementarias en sentido estricto, a las que me refiero a continuación.

Podemos distinguir tres tipos de monedas para la dinamización local de intercambios en diferente estadio de evolución económica: (i) Bancos de Tiempo (BdT), (ii) Monedas Sociales, y (iii) Monedas Complementarias. Los Bancos de Tiempo y las Monedas Sociales se fundamentan en el trueque multilateral, en un sistema de crédito mutuo entre los propios usuarios. La suma de los “Debe” y los “Haber” de todos los usuarios es cero. La contabilidad se puede realizar en papel moneda o cheques, o mediante un sistema de contabilidad on-line que se gestiona como una pequeña cuenta bancaria. Tienen en común ambos sistemas que no se requieren euros para comenzar a intercambiar, pues se fundamenta en un crédito de horas o moneda que se otorgan entre sí los usuarios de la comunidad de intercambio.

La diferencia entre ellas es que el Banco de Tiempo sólo acepta como medida de valor las horas invertidas en la actividad, lo que generalmente no permite introducir productos. Por el contrario, la Moneda Social remite a una unidad de valor propia (asimilable al euro) y permite el intercambio de productos de segunda mano o artesanías caseras. En la mayoría de monedas sociales éstas se pueden comprar con euros, y el dinero así recaudado se puede emplear para actividades de la comunidad o pequeños préstamos (que los usuarios retornan luego en moneda social para devolver el sistema de crédito a un balance cero). En el caso de las Monedas Complementarias en sentido amplio, están respaldadas en moneda oficial, es decir, se compran con euros pero circulan sólo entre los usuarios que las aceptan. Normalmente es un sistema en el que participan activamente comercios locales.

Todas ellas integran un itinerario o posibles fases de despliegue de un interesante sistema de moneda local. El Banco de Tiempo (BdT) se puede iniciar con un grupo de trabajo con un número aproximado de 20 personas, con conocimientos y servicios diferentes. Cuando hay varios grupos de BdT funcionando en una misma localidad, es interesante convocar un mercadillo de trueque periódico y hacer la conversión de las horas de cada usuario a una moneda social que unifique localmente las “comunidades de tiempo”. Las monedas sociales pueden -o no- ser complementarias con euros. Un caso interesante de moneda social en la que se implica un banco de alimentos es el que tiene lugar en Valladolid desde una federación de asociaciones de vecinos6. Un modelo de gestión de iniciativa municipal podría ser un banco de alimentos en que a los vecinos que aportan alimentos se les da un retorno en moneda social, que después pueden emplear para pagar servicios prestados por colectivos desempleados que harían de este modo prácticas de proto-emprendimientos. Con lo obtenido con estos servicios los desempleados podrían adquirir productos disponibles del banco de alimentos u otros de los servicios ofrecidos en la comunidad de intercambio.

Finalmente, una moneda complementaria en sentido estricto requiere un respaldo en euros, una emisión de billetes y un circulo público-privado (municipio y empresas) que lo respalde y lo cogestione. Hay casos extranjeros notables de Municipios implicados en Monedas Complementarias a partir de amplias estructuras de partenariado, como por ejemplo la Bristol Pound7 o el Sol de Toulouse8, ambas con el respaldo de entidades financieras locales9. No hay iniciativas de este tipo aún en España en que todavía es, sorprendentemente, un campo inédito para la iniciativa municipal.

La gran dificultad de este modelo, en itinerario ascendente, radica en la impermeabilidad entre Monedas Sociales y Monedas Complementarias. Las primeras se fundamentan en el crédito mutuo de una unidad arbitraria de valor y la segunda se pone en circulación mediante compra en euros. Sin embargo, un interesante (aunque limitado) ejemplo de complementariedad entre moneda social y moneda complementaria se da en la localidad extremeña de Almendralejo, donde se ha emitido un “expronceda social” por parte de una asociación cultural para el intercambio entre colectivos sociales y en riesgo de exclusión, y un “expronceda normal” emitido por un grupo de empresarios para fidelizar clientes e intensificar los intercambios locales10.

El origen de las monedas sociales y complementarias se remonta a la crisis de los años 30 en la Europa germánica, cuando una parte importante de la producción de las Pymes locales quedaban sin vender debido a la reducción de la masa monetaria circulante, ya que el país estaba volcado a la devolución de la deuda impuesta en el Tratado de Versalles por las potencias ganadoras de la Gran Guerra. En este contexto surgió la necesidad de la emisión de monedas por parte de estructuras mixtas entre pequeños empresarios y municipios. La mayoría de ellas fueron eliminadas con la llegada al poder del nacismo el año 1932 pero, en Suiza, se mantuvo la moneda wir que sirvió de base a una cooperativa de crédito. En la actualidad más de 70.000 empresas participan en esta Caja de Ahorros, con doble contabilidad en francos suizos y en wir11 En épocas de crisis la facturación en wir aumenta, compensando la menor liquidez o los mayores tipos de interés de las “monedas de Estado”.

En el Estado de Nueva York, la localidad universitaria de Ithaca lleva funcionando con una moneda hora (ithaca hours) que aceptan incluso los comercios, y que permite a los vecinos generar “ingresos” y ampliar las posibilidades de consumo, potenciando las redes de cooperación local. En la localidad británica de Totnes o en el barrio indio de Londres, se han emitido monedas locales que aceptan los comercios y las pequeñas industrias. En algunos casos, en Alemania las administraciones locales aceptan estas monedas para el pago de impuestos, que luego sirven para la retribución de ciertos trabajos que realizan los vecinos, como la vigilancia, el cuidado de personas, actividades culturales o festivas, entre otros, aprovechando y recuperando la confianza y los intereses comunes de intercambio de bienes y servicios que existen en una comunidad local12.

La capacidad de respuesta de estas estrategias monetarias a las situaciones de crisis socioeconómica es muy considerable. En la Argentina de los años del “corralito”, al inicio de la primera década de este siglo, surgieron como única alternativa social al cierre de las cuentas bancarias. En apenas unas semanas se desplegó una extensa red de monedas (“patacones”) que permitieron intercambios básicos a seis millones de personas. La dispersión de las monedas emitidas, la creciente demanda, el riesgo de inflación del papel moneda, la tentación de las falsificaciones, y el inicio de la acumulación de estos bonos-moneda contribuyeron a una rápida devaluación y pérdida de confianza. El peso argentino recuperó poco a poco su posición, pero las monedas sociales habían demostrado cumplir un papel esencial en ese periodo crítico en que las convenciones económicas del Estado y del mercado financiero habían fracasado.

En el actual panorama de la Unión Europea, con una amplia recesión de la credibilidad institucional, y con fuerte impulso de la creatividad social y económica, están surgiendo y reactivándose las monedas sociales. En España nos encontramos un doble escenario de mutuas incomprensiones: por un lado, es el lugar del mundo en el que más han florecido este tipo de monedas sociales en 2012 y 2013, por otro lado, el discurso de las políticas activas de empleo se sigue centrado en la formación y el fomento de emprendimientos, sin tener en cuenta que, una vez surgidas las escasas empresas que reciben financiación o que no la precisan, desaparecen en poco tiempo por la debilidad de la demanda local.

Las monedas sociales (sistema de trueque sobre la confianza de crédito mutuo) o complementarias (respaldadas o compradas con euros) son herramientas de una nueva generación de políticas activas de empleo y de apoyo y tutela a los proto-emprendimientos. Las Monedas Complementarias permiten la puesta en valor de los activos y recursos locales frente a la escasez de moneda oficial, debido a las ineficiencias sociales del sistema financiero. Convierten el intercambio de tiempo de trabajo entre empresas y particulares (cada cual ofreciendo sus habilidades complementarias) en un activo y en un factor de riqueza e intercambio. El tiempo libre derivado del desempleo o los recursos ociosos de las Pymes se puede destinar a respaldar una moneda capaz de volver a poner en funcionamiento una economía sobre bases más locales. Bernard Lietaer13 plantea que el dinero es un acuerdo voluntario dentro de un ámbito comunitario para utilizar algo como medio de pago en las transacciones. Se trata de monedas que tienen como función garantizar los intercambios, no se almacenan (con frecuencia se penaliza el ahorro), solo sirven para facilitar el consumo local y permite garantizar a muchas microempresas mantener intercambios, y a nuevos proyectos ensayar su viabilidad y la respuesta de los clientes.

Aprovechar la crisis económica y financiera para reconstruir redes de cooperación y confianza local es, sin duda, uno de los ámbitos que deben explorarse en el desarrollo local. Son aún muy escasas las experiencias en que las monedas surgen de la iniciativa municipal, ya que en la mayoría de ocasiones son lideradas por movimientos sociales o vecinales, o desde grupos de empresas. La emisión de monedas como estrategia de desarrollo local desde la iniciativa municipal es un campo crucial de innovación para los/as profesionales del desarrollo local.

18.5. Apuntes para afrontar la “transición local del Estado”

Pareciera que las instituciones locales, sin la sociedad más creativa y autogestionaria no tiene capacidad de innovación social; y las comunidades autogestionarias, sin el apoyo de las instituciones, no consiguen implementar acciones realmente efectivas, ni cambios de escala más allá de dinámicos grupúsculos. Todo lo que sea trabajar por este encuentro es a lo que llamo la “transición local del Estado”, mediante la cual se plantea la necesidad de que las instituciones, particularmente los Ayuntamientos, establezcan mecanismos de diálogo para permear de un modo efectivo con esta nueva realidad social. Lo local, como vanguardia del Estado, debe establecer modelos de transición institucional, económica, política, social y, desde luego, ambiental. En este sentido, la emisión de monedas locales o comarcales constituye una de las herramientas cuyo potencial confirman la mayoría de las experiencias analizadas.

Hay que reducir el riesgo de que la discontinuidad psicosocial entre esta creciente “minoría creativa” y la ciudadanía conservadora crezca. Desde un punto de vista socio-dinámico es necesario establecer mecanismos de aproximación y permeabilidad, para lo cual las monedas locales o comarcales pueden jugar un importante papel. Lo que proponemos en este artículo como “Transición local del Estado” es un cambio en el modo en que se relacionan los actores locales y la cabida que éstos puedan tener para conferir mayor profundidad y solidez a los procesos de desarrollo local. El rediseño de los ecosistemas locales pasa por grupos suficientemente abiertos para que haya participación y lo suficientemente acotados territorialmente para que la confianza sea un elemento de cohesión, con esa flexibilidad “caordica” que solo permiten los grupos de proximidad.

El rediseño de los ecosistemas locales precisa un diseño compartido, fluido y flexible, compartido por diferentes diseñadores (sea personas o grupos), con una amplia combinación de trayectorias. Cuanto más amplia haya sido el área de su atención (real o imaginaria), en diferentes culturas (espacios), momentos (tiempos) o disciplinas (ciencias), más sólida su capacidad de juicio y más fuerte su voluntad, más capaz será de hacer efectivamente desarrollo local en un sentido fluido y flexible.

Este artículo se enfoca, pues, a la necesidad y la forma de establecer puentes entre la creatividad y el importante capital social que son capaces de movilizar los nuevos movimientos socio-ambientales frente a las anquilosadas instituciones locales y de desarrollo económico territorial que hemos conocido y construido entre los años 1985 y 2005. Sin grupos para diluir lentamente los viejos hábitos mentales no habrá esta transición. En este sentido las monedas complementarias juegan un papel facilitador. Se pueden diseñar e iniciar desde los diferentes niveles antes apuntados dependiendo de las características de los grupos de trabajo. Las monedas complementarias constituyen una respuesta fluida más eco y socio-eficiente, un laboratorio colectivo de cambio de fase en el que la presencia de las Administraciones Locales es necesaria.

Un reto especialmente relevante sería un esfuerzo de convergencia con y entre las diferentes monedas complementarias que ya están funcionando y que estos movimientos con notable creatividad social y eco-eficiencia han puesto a funcionar. La experiencia catalana de monedas complementarias es un referente en innovación y un capital social que plantea la conveniencia de que las instituciones locales diseñen espacios de interlocución, de sinergia y, en su caso, de relanzamiento a un mayor número de ciudadanos y vecinos. Se precisa una Administración Local audaz, capaz de socializar las aportaciones, que contagie, eleve y concite el tono de fluidez que necesitan las sociedades en transición.

Precisamente una de las posibilidades de aproximación o convergencia es la generación de una moneda complementaria catalana14 convertible: (i) con los “ecos” para aquellos emprendimientos que se dieran de alta en la Seguridad Social y (ii) con los “euros” para las empresas que quisieran emplear esta moneda, de modo semejante a como ya se está realizando en la provincia de Girona con la red y la moneda Resplus o los ecosol de la Xarxa de Economía Solidaria de Catalunya.

El ecosistema social (económico, institucional, histórico y cultural) se está viendo sometido a una intensa degradación en el envejecido e incapaz Estado de Derechos que es preciso rediseñar de modo fluido y flexible. El modelo de sociedad del siglo pasado está en proceso caordico, en transición. La clave de esta transición está seguramente en lograr un equilibrio entre mantener lo conocido abriéndose a nuevas demandas de la ciudadanía. Demandas de libertad, de corresponsabilidad, de justicia y de equidad, que requieren mejores y más renovadas respuestas de la sociedad civil como las que están mostrando especialmente los colectivos de las vanguardias sociales, muchos de ellos cualificados y al tiempo en riesgo de exclusión social, como ocurre con la mayoría de jóvenes que se implican en estos nuevos movimientos.

Entre nosotros, el itinerario de esta transición ecológica y social está marcado por las propias experiencias innovadoras que la sociedad civil catalana ya ha desplegado en sus líneas generales a lo largo de la última década. Es necesario un diálogo conjunto entre dichas vanguardias sociales y las Administraciones locales como vanguardia institucional. Es preciso que las políticas y los agentes del desarrollo local demuestren capacidad para dialogar con los movimientos sociales y evaluar, adaptar e incorporar sus innovaciones como savia nueva a las instituciones. Las vanguardias tienen escalas pequeñas de implementación, pero con alianzas y ajustes de escala, pueden contribuir de modo sustantivo a reconstruir las bases de un Estado y de un Mercado de muy dudosa sostenibilidad.

El desarrollo local sostenible no será más un proceso de reformas liderado por la Administración Local o por los empresarios, sino un proceso de metamorfosis continuo, más parecido a una revolución impredecible (caordica) que a los convencionales planes de desarrollo comarcal. La complementariedad entre las reformas y la revolución hará el equilibrio más creativo, viable y eficiente que cualquiera de las soluciones convencionales. No es una mera cuestión de innovación tecnológica lo que está cambiando la sociedad. Es la forma misma en la que los sujetos se conciben, con mentes más fluidas que las de aquellos que están aún operando desde las viejas instituciones y concepciones.

Estos enfoques alimentan con su análisis crítico y sus aspiraciones de cambio a la comunidad, son el fuego de la retorta. El territorio en su conjunto, con administraciones incluidas, constituye el laboratorio social donde las retortas y alambiques ensayan nuevas fórmulas. Gracias al calor de estos movimientos los reformistas se ven estimulados a valorar y transferir estas experiencias incorporándolas como bagaje a la transición de los sistemas de gobernanza a los sistemas participativos de cogobierno entre representantes y representados, entre representación y participación. Las rupturas radicales son peligrosas, las posiciones conservadoras lo son igualmente. Los reformistas deben estar dispuestos a reformar sobre los “materiales” que los revolucionarios aporten. Este es el lienzo de la colaboración entre la parte de la sociedad más creativa y los políticos y técnicos más realistas, que deben hacer un esfuerzo de flexibilidad y fluidez. Los viejos palos ya no sujetan la sociedad que hemos conocido y, sobre todo, impiden alumbrar la nueva.


1 La palabra no está reconocida en el Diccionario de la Lengua. Puede verse una definición en el siguiente sitio web: http://axiora.com/faq_caordico.html

2 Estimaciones realizadas a partir del informe de FEAGRA de CCOO: www.daphnia.es/revista/

3 http://www.ecointeligencia.com/

4 De Sousa Santos, Boaventura: “Una nueva cultura política emancipatoria”, en Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social (2006). Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/

5 Alfonso Georgina et al.: Paradigmas emancipatorios en América Latina. La Habana, 2005. Disponible en: http://cvirtual.filosofia.cu/

6 http://www.vivirsinempleo.org/

7 http://bristolpound.org/

8 http://solviolette-www.b4.catalyz.fr/

9 Una de las plataformas de seguimiento de monedas sociales y complementarias www.vivirsinempleo.org/

10 http://www.vivirsinempleo.org/

11 http://p2pfoundation.net/WIR_Economic_Circle_Cooperative

12 NORTH, Peter: Local Money. How to make it happen in your community. Transition Green Books. 2011.

13 LIETAER, Bernard; BELGIN, S.: New Money for a New world. Qiterra Press, 2011

14 LIEATAER, B; KENNEDY, M and ROGERS, J.: People Money: The promise of Regional Currencies. 2012.